Desde el año 2004, el primer jueves de octubre se celebra el Día Europeo de la Depresión, una celebración propuesta por la Asociación Europea para la Depresión (EDA), en virtud de que solo en Europa existen 30 millones de pacientes mentales con depresión crónica. La depresión, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de discapacidad en todo el mundo.
Ocasionalmente, todos nos sentimos melancólicos o tristes, pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y se superan en poco tiempo. En cambio, cuando una persona tiene un trastorno depresivo, este interfiere con la vida diaria y afecta al desempeño normal de sus actividades cotidianas.
¿Qué es la depresión?
La depresión es una enfermedad común pero grave, y la mayor parte de quienes la padecen necesita tratamiento para mejorar. En el peor de los casos, la depresión puede prolongarse durante años e, incluso, afectar de forma irreversible a la persona que la padece.
Por tanto, la depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Puede causar ansiedad, insomnio, pérdida de apetito y falta de interés o placer por realizar diferentes actividades, así como afectar a las actividades laborales, escolares y familiares.
Cifras alarmantes
La depresión puede afectar a cualquier persona, de cualquier nivel socioeconómico y de cualquier edad. De hecho, dos de cada 100 habitantes de entre 16 y 65 años presenta un problema depresivo, y es la tercera causa más frecuente por la que un paciente acude a su médico de familia, según datos del Servicio Andaluz de Salud.
Por otra parte, según datos publicados recientemente por la Asociación Española de Psiquiatría Privada, la depresión afecta al 15% de la población adulta. En España, una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres padecen este trastorno. Además de a las mujeres, afecta también en mayor medida a las personas menores de 45 años.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, que afecta a unos 350 millones de personas, y va en aumento: se prevé que en 2021 sea la causa de enfermedad número uno en el mundo desarrollado. En la Unión Europea, 18,4 millones de personas con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años padecen cada año una depresión importante.
Tratamiento y seguimiento
Es fundamental romper el tabú que suponen las enfermedades mentales y consultar a un profesional a la mayor brevedad posible y con la misma naturalidad que cualquier otro padecimiento de la vida diaria. Es importante tener siempre presente que, como muchas otras enfermedades, tiene sus síntomas, su tratamiento, su proceso de recuperación y finalmente su cura, y no hay que desesperarse por tratar de llegar al final lo antes posible.
Existen muchas maneras de afrontar la depresión desde el punto de vista de la psicología, siendo muy variadas las terapias usadas por los profesionales para combatir esta enfermedad. Por su parte, los psiquiatras recetan diferentes fármacos que ayudan a su tratamiento.
Por ello, lo primero es ponerse en manos de un psicólogo o psiquiatra que valore la conveniencia de un tratamiento conductual y/o farmacológico específico para esa clase de depresión. Con él nos ayudarán a modificar tanto los sesgos cognitivos como las alteraciones bioquímicas presentes.
¿Qué pasa con el cerebro en una depresión?
Si padeces depresión o estás en contacto con personas deprimidas ya te habrás dado cuenta de lo difícil que supone en esa situación valorar los acontecimientos positivos. ¿Por qué sucede esto? No, no es que se empeñen en ignorar lo bueno, es que su percepción, interpretación y hasta sus recuerdos, están alterados por un efecto psicológico denominado sesgo cognitivo.
El sesgo cognitivo implica una distorsión en la interpretación de la información disponible, y existen diferentes tipos. Uno de los sesgos cognitivos más característicos de la depresión favorece que la persona se centre solo en los detalles negativos, incluso a pesar de que el contexto global sea positivo.
Otros sesgos cognitivos de la depresión se relacionan con:
- Baja autoestima
- Memoria selectiva
- Pensamiento dicotómico
- Maximalismo
El suicidio un riesgo real
Como toda enfermedad mental, la depresión necesita de mucho cuidado, ya que el mismo estado anímico del paciente genera estragos en el organismo como enfermedades cardiovasculares, diabetes u otros trastornos mentales.
Pero el mayor riesgo que existe es el del suicidio. Estudios han demostrado que las personas con depresión crónica son 21 veces más propensas a quitarse la vida.