¿Te enfureces cuando alguien te lleva la contraria? ¿Te irritas ante cualquier situación que se escapa de tu control?¿Se te dispara la presión arterial cuando tu hijo se niega a colaborar? La ira es una emoción normal, e incluso sana, pero es importante afrontarla de forma positiva. La ira descontrolada puede afectar tanto tu salud como tus relaciones.
¿Qué es la ira?
La ira es una reacción emocional lógica ante situaciones que se perciben como una injusticia o ante algo que se interpone en la consecución de objetivos personales. Desde esta perspectiva, como cualquier emoción, no sólo es útil, sino también necesaria, pues supone una voz de alarma que resulta en una reacción impulsiva de contraposición a algo que se considera como una agresión, injusticia…Sin embargo, la irascibilidad puede ser también un síntoma propio de estados de ansiedad, agotamiento, depresión, trastornos de la conducta o incluso de fases avanzadas de demencia.
El problema viene cuando esta emoción nos desborda continuamente y no somos capaces de controlarla o cuando nos ponemos iracundos en situaciones en las que en realidad las cosas no son “para tanto”.
Es una emoción humana natural, como la alegría, tristeza y el miedo y, en la mayoría de las personas, se mantiene dentro de un rango seguro y saludable. No obstante, para algunos, los episodios frecuentes e intensos de ira pueden interferir gravemente con su vida cotidiana y llevar a una conducta destructiva. Entonces, ¿cómo controlar la ira? Comprenderla y obtener la ayuda adecuada para comenzar a controlarla puede marcar una diferencia grande y duradera.
La ira puede ir acompañada de cambios, tanto psicológicos como fisiológicos. Por este motivo, entre otros, es fundamental aprender a controlarla.
6 técnicas eficaces para controlar la ira
1. Piensa antes de hablar
En un momento de enojo, es fácil decir algo de lo que luego te arrepentirás. Tómate unos momentos para ordenar tus pensamientos antes de decir algo, y permite que las otras personas involucradas en la situación hagan lo mismo.
2. Una vez que te tranquilices, expresa tu ira
Tan pronto como puedas pensar con claridad, expresa tu frustración de una manera asertiva pero no confrontativa. Comunica tus preocupaciones y necesidades de manera clara y directa, sin herir a los demás ni tratar de controlarlos.
3. Tómate un tiempo para reflexionar
Los tiempos para reflexionar no son solo para niños. Date pequeños descansos en los momentos del día que tienden a ser estresantes. Algunos momentos de tranquilidad pueden ayudar a que te sientas mejor preparado para manejar lo que sucederá después sin irritarte o enojarte.
4. Identifica posibles soluciones
En lugar de concentrarte en lo que te enojó, esfuérzate por resolver el problema en cuestión. ¿Te vuelve loco que la habitación de tu hijo esté desordenada? Cierra la puerta. ¿Tu pareja llega tarde a cenar todas las noches? Programa comidas más tarde en la noche o acuerda comer solo algunas veces a la semana. Recuerda que la ira no soluciona nada y solo podría empeorar todo.
5. Usa el humor para aliviar la tensión
Tomarse las cosas con calma puede ayudar a aliviar la tensión. Utiliza el humor como ayuda para afrontar lo que te enoja y, posiblemente, las expectativas poco realistas que tengas sobre cómo deberían ser las cosas. Sin embargo, evita el sarcasmo, dado que puede herir los sentimientos y empeorar las cosas.
6. Practica técnicas de relajación
Cuando te sientas exasperado, pon en práctica las técnicas de relajación. Practicar ejercicios de respiración profunda, imagina una escena relajante o repite una palabra o una frase que te tranquilice, como «Tómalo con calma». También puedes escuchar música, escribir un diario o practicar algunas posturas de yoga: lo que sea necesario para relajarte.